¿Es justo ir a la playa (piscinas, ríos…) para un Cristiano?


Eandare-al-maren todo el mundo, cuando los días comienzan a calentarse lo suficiente, sucede lo siguiente; las playas de los mares comenzan a llenarse con bañistas. Pero ¿qué es lo que impulsa a millones de personas cada año, para ir a las playas de los mares? El deseo de bañarse y broncearse, así como divertirse ya que en las playas se encuentra todo tipo de entretenimiento. Cuando llega el verano, sobre todo los que viven cerca del mar oyen mucho hablar del mar, los baños, y el bronceado; muchas personas que trabajan hasta las dos o las cinco de la tarde, no pueden esperar para que terminen el trabajo para derramarse sobre la playa del mar, en cambio, los que tienen un horario que les obliga a trabajar hasta las ocho de la noche, esperan con impaciencia o el sábado o el domingo para ir a la playa; y todos juntos esperan sus vacaciones para ir al mar. Y luego, por no hablar de todas esas multitudes de personas del adentro de los países que pasan horas y horas en coche o en tren o en autobús para disfrutar al menos un día a la semana en la playa del mar. Es suficiente ir a alguna estación cerca de una playa para notar un flujo enorme y continuo de personas vestidas indecentemente que van al mar con alegría. Pero ¿qué sucede en la playa del mar? Las personas se desvisten y se ponen semidesnudas, cuando no se ponen desnudas, bajo el sol caliente y brillante para broncearse. De vez en cuando se lanzan en el agua para bañarse; escuchan música, jugan al fútbol o al voleibol o al baloncesto donde se encuentran las instalaciones deportivas necesarias, comen y beben lo que han traído de casa o van a comer en el restaurante. Y luego, por no hablar de todas las cosas horribles que suceden en el mar a la luz del sol y bajo los ojos de todos; y de toda la charla vulgar y procaz y de todos los chistes que se pueden escuchar y que tienen como su objeto casi siempre la mujer. Este es el ambiente que se encuentra en cualquier playa durante la temporada caliente.

Ustedes estimados, no deben ir a la playa para bañarse y broncearse por las siguientes razones. Debido a que su cuerpo es el templo de Dios y es santo, como está escrito: «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? … porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es» (1 Corintios 3:16-17), y debido a que debe ser guardado en santidad y respeto (Véase 1 Tesalonicenses 4:4) para la venida del Señor, como está escrito: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tesalonicenses 5:23), ustedes, poniendo su cuerpo medio desnudo delante de los demás lo profanarían, es decir, lo ofenderían usandolo de una manera indigna, atraendo sobre vosotros la ira de Dios. Para que se den cuenta de lo que harían yendo a ponerse semidesnudos a la playa, les hago un ejemplo, tomando como punto de referencia el templo de Dios construido bajo el Antiguo Pacto. Es como si hubieran estado sacerdotes para servir en el templo y que hubieran dado una parte del edificio como casa de rameras, o que con esta parte hubieran hecho algún tipo de lugar para divertirse o que lo hubieran llenado de ídolos, profanando así ese lugar santo. ¿No creen que de esta manera se habrían atraído la ira de Dios?

Lo que ustedes, hermanos y hermanas, deben siempre tener en cuenta cuando consideran su cuerpo es que no les pertenece, porque es propiedad del Señor que lo compró, de hecho, Pablo llama a los miembros de nuestro cuerpo «miembros de Cristo» (1 Corintios 6:15) y dice a los santos de Corinto: «Porque habéis sido comprados por precio…» (1 Corintios 6:20). Y no sólo lo compró sino también lo santificó por su Espíritu que ha venido a morar en ustedes. Su cuerpo, por lo tanto, además de no ser su propriedad, es santo, y una cosa santa no puede ser utilizada indignamente. Por esta razón, el apóstol exhorta de diversas maneras en sus epístolas para presentar sus miembros como instrumentos de justicia, en lugar que instrumentos de iniquidad, como por ejemplo cuando dice a los santos en Roma: «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia» (Romanos 6:12-13). Porque Pablo sabía muy bien que el cuerpo de los creyentes es santo y debe ser utilizado de una manera santa. Por lo tanto, hermanos, ya que el templo de Dios es santo, y este templo son ustedes, deben santificar todo su ser, es decir, abstenerse de todas las cosas que pueden contaminarles, y entre estas cosas se encuentra esta mala práctica. Algunos dirán: «¿Por qué yendo a la playa estamos contaminadonos?» Porque, en primer lugar, uno se ve obligado a ver a la gente medio desnuda y a veces también gente desnuda; a continuación, porque uno va a ponerse voluntariamente en medio de personas que no conociendo a Dios hablan y actuan con maldad y se entregan al desenfreno delante de los demás. Y al ver este espectáculo indecente el cuerpo se contamina. Entrará en la oscuridad porque la lámpara que lo debería iluminar que es el ojo se apaga. De hecho, Jesús dijo que la lámpara del cuerpo es el ojo, y que si nuestro ojo es maligno todo nuestro cuerpo estará en tinieblas. (Véase Mateo 6:22-23).

 

Ahora vamos a demostrar cómo sean vanas y engañosas las razones que alegan los que por desgracia todavía van a la playa para divertirse como las personas del mundo.

• “El aire del mar es bueno y el médico dijo que es especialmente recomendado para los niños”

Es cierto que el aire del mar es bueno, y eso es bueno para respirar; pero no es bueno sólo durante el día, al mediodía o por la tarde, sino también por la mañana temprano antes de que salga el sol, y por la noche después de la puesta del sol, cuando las playas están desiertas, o incluso manteniendose alejados de la playa. ¡Pero a partir de la forma de hablar de algunos parece que el aire del mar es bueno sólo cuando se respira medios desnudos en medio de la gente del mundo! Y entonces les pregunto: ¿Pero por qué casi todo el mundo dice que el aire del mar es bueno para los niños, pero casi nunca se dice que el aire de la montaña también es saludable? El hecho de decir que van a la playa sólo para los niños cubriendo así la propria malicia es algo que muchos creyentes que tienen hijos pequeños saben hacer muy bien. En realidad, son los padres que están dominados por la gana del mar, y para no aparecer en los ojos de algunos creyentes como gente mundana, dicen que van a la playa para los niños. Además, la Escritura ordena a los padres a criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor (Véase Efesios 6:4), entonces los padres tienen que renunciar a llevar a sus hijos a la playa, porque esto no significa criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Si se acostumbran a los hijos al mar o a la piscina o al río, por supuesto, cuando serán mayores seguirán yendo allí, entonces, ya que no será necesario que los padres los traigan y que no querrán ir con ellos, se irán con sus amigos de la escuela o con sus compañeros de trabajo o incluso con su novia. ¿Qué van a hacer entonces cuando sus hijos no irán a la playa para respirar el aire del mar, sino para divertirse y disfrutar del libertinaje haciendoles sufrir muchos dolores? Qué les van a responder cuando les dirán, “me voy allí porque el aire es bueno” o ​​: «Fueran ustedes que me llevaste desde que era pequeño: ¿que quieren ahora?” Hermanos, la sabiduría dice: «Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6), entonces pongan la mente a donde llevan a sus hijos porque cuando crecerán tratarán a ir en los mismos lugares donde fueron llevados cuando eran niños.

• “Pero yo voy a la playa para broncearme un poco, ya que son de piel clara”

¿Y por qué necesitan esto así ensalzado bronceado? ¿Tal vez para que se les noten más, o para que no se sientan inferior a los que lo tienen? ¿Pero, no se dan cuenta de que como viene ya se va? ¿Pero no lo ven como se va en tan poco tiempo? Y además se le ha costado dinero porque gastaron dinero en la compra de las cremas. ¡Oh, cómo se convirtió preciosa la vanidad para ustedes! ¡Han comenzado a correr detrás del viento como hace la gente del mundo! ¡Pero sean felices con el color de la piel que Dios les ha dado! ¿Pero no se dan cuenta de que hablando de esta manera es como si acusaran a Dios para no haberles hecho un poco más oscuros? Pues glorifiquen a Dios por haberles hecho tan hermosos y maravillosos, como lo hizo David (Véase Salmos 139:14), en lugar de quejarse por el color claro de su piel! Ustedes son un poco como aquellos que se tiñen el pelo negro porque quieren aparecer rubios o rubias. O como los que se hacen retocar la cara o las partes de la cara porque no son felices con su apariencia. ¡Ah! como razonan mal, tan mal razonan.

• “El mar lo hizo Dios”

Es verdad, Dios también hizo el mar y todo lo que en él hay. Pero ¿qué significa esto? ¿Tal vez tengo derecho a ponerme medio desnudo en la playa del mar porque es Dios quien la hizo? Pero si razonamos de esta manera también el calor lo hace Dios; ¿Entonces deberíamos desnudarnos como la gente del mundo vestiendonos indecentemente? ¡Pero esto es una locura! Para que ustedes entiendan como esta expresión es bastante pretenciosa y fuera de lugar permítanme recordarles que hasta los drogaditos que se complacen en la droga dicen que la planta de la que se extrae la heroína fue hecha por Dios; incluso aquellos que miran a las mujeres para codiciarlas dicen que es Dios quien las hizo; también los fornicarios y los adúlteros dicen que es Dios que hizo el sexo; incluso los borrachos dicen que es Dios que hizo las uvas con las que se elabora el vino! Como se puede ver, incluso las personas que son dadas al mal, para justificar sus viles y engañosas concupiscencias, dicen que al final hacen uso de algo hecho por Dios! Pero ¿cuándo se darán cuenta de que está mal justificar una pasión engañadora del viejo hombre, como la de ir a la playa, diciendo que en el fondo se tiene el derecho para darse a este placer porque Dios hizo el mar?

• “Todo es puro para los puros”

Estas palabras están escritas en la Epístola de Pablo a Tito y son tomadas por muchos creyentes que están dominados por esta pasión engañosa para afirmar que para ellos que son puros ir a la playa es una cosa pura. Pero las cosas no están así como dicen, porque las palabras de Pablo tomadas en su contexto y interpretadas correctamente no tienen de ninguna manera el sentido que les dan los contenciosos. El apóstol Pablo dice: «Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas»(Tito 1:15). Como pueden ver, Pablo dice que para los corrompidos e incrédulos nada es puro; ¿qué diremos entonces? ¿Que para los incrédulos y los contaminados ir a la playa es algo impuro? No lo podemos decir porque sabemos que para ellos es algo bueno y que no hay nada malo en ello. ¿Pero entonces qué no es puro y contaminado por los no creyentes? No es pura su conciencia y tampoco su mente. Así que tenemos que concluir que para los que son puros hasta su conciencia y su mente son puras. Y de hecho lo es. Tomemos, por ejemplo, la conciencia de los que creen: ¿no es cierto que está escrito: «Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos 9:13-14) y también que Pablo dice: «Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia…» (2 Timoteo 1:3)? Reconozcan que no se puede definir una diversión o un deseo mundano como una “cosa pura”; si así fuera, significaría que las contaminaciones de este mundo, como la Escritura las llama, ya no son tales, porque son puras. ¡Así que de esta manera se terminaría diciendo que las contaminaciones del mundo no contaminan porque son cosas que son ‘purificadas’ para los puros! ¡Ah! ¡Cuántos creyentes han sido engañados por esta mala interpretación que se le da a estas palabras de Pablo!

• “¡Es cierto que a la playa hay mujeres desnudas o semidesnudas, pero todo depende de como se mira a una mujer en traje de baño o sin!”

Esta frase está en la boca de muchas mujeres casadas, así como solteras y de muchos hermanos casados ​​y célibes. Pero yo les digo: “¿Pero si nosotros que somos hombres ya luchamos con dificultad contra la carne caminando por las calles de un país o una ciudad durante las cuatro estaciones del año, porque las calles y las plazas se llenan de mujeres vestidas como prostitutas que emergen en cada lado y que es imposible no ver, qué pasará con nosotros si vamos a lanzarnos en medio de mujeres que se puede decir están casi desnudas?” ¿Cómo una persona se puede mantenerse pura en pensamiento en estas circunstancias? Pero si la carne es débil ¿como se hará para evitar que se caiga en tentación en medio de mujeres medio desnudas? Yo le diría a aquellas hermanas que razonan de esta manera: «Pero si les dijera que una vez que ustedes se caen en un pozo de barro pueden seguir manteniendo su ropa limpia, todo depende de cómo miran el barro en el que están inmersas hasta la garganta, ¿qué me responderían?» Me parece que el razonamiento que hacen es similar a lo que hacen los mayores a los sacerdotes cuando asumen el oficio de obispos, es decir, les dicen que se tomen todas las precauciones posibles en el confesionario para no caer en pecado cuando confiesan a las mujeres. Pero yo digo: “¿Cómo es posible para estas pobres almas a las que se impone también el celibato que no caigan en el pecado de impurezas mentales o físicas durante o después de la confesión cuando al sacerdote se le ordena que haga preguntas a las mujeres que incluso sus maridos no tendrían el coraje de hacer?” De hecho, me parece que no saben lo que dicen, lo repito, no saben lo que dicen. Ustedes probablemente han olvidado o no conocen en absoluto que el rey David, que era un hombre temeroso de Dios que amaba a Dios y que tenía un corazón conforme a Dios, cayó en el pecado de adulterio porque vio a la esposa de un su guerrero bañarse durante la noche. Escuchen lo que dice la Escritura: «Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa»(2 Samuel 11:2-4). Ahora, no sabemos si Betsabé estaba desnuda o cubierta; una cosa es cierta, no estaba cubierta como lo era habitualmente debido al hecho de que se estaba bañando. Sin embargo, es más probable que fuese desnuda que medio desnuda. Así es como empezó la caída de David, al ver una mujer que se bañaba. ¿Y cuántos hombres – incluyendo los creyentes – en las playas han caído justo después haber visto una mujer que se bañaba o se desnudaba? Sólo Dios lo sabe. El hecho es que muchos hombres van a la playa sólo para mirar a las mujeres, y también muchas mujeres van allí para ver a los hombres. Y la triste realidad es que en las playas del mar comenzó la ruina de muchas parejas casadas. Los engaños, tanto por los esposos como por las esposas, en muchos casos, comienzan justo en la playa del mar; que lo sepan. Y luego hay los casos de separación, divorcio, y en algunos casos el crimen pasional que se llama así debido a que el cónyuge infiel es sorprendido en flagrante del otro y viene matado, a menudo juntamente con su amante. ¿Y los niños, entonces? ¿Quién los escucha? ¿Cuántas lágrimas derramadas a causa de los padres que están separados ya que se buscaron la infidelidad? ¿Y dónde? Precisamente en la playa del mar. ¿O Hermanas, pero cuando se arrepentirán? Pero ¿cuándo ustedes entenderán que poniendose allí en traje de baño en frente de los hombres están induciendo en tentación a los hombres que les miran? Pero ¿cuándo comprenderán que al hacerlo ustedes son culpables porque hacen caer en pecado de lujuria a los que les miran? Pero ¿no es suficiente que se descubran antes de el que tiene autoridad sobre su cuerpo, su esposo? ¿Por qué quieren descubrirse ante los ojos de otros hombres? O mujeres sin juicio, pero ¿cuándo empezarán a entender lo que es la modestia? ¿Cuándo? Y ahora ustedes también hermanos casados ​​y solteros que razonan de la misma forma que estas mujeres: “Pero ¿cuándo comprenderán que también ustedes inducen en tentación a las otras mujeres poniendose semidesnudos? ¿Cuándo se arrepentirán y entenderán que también ustedes son de tropiezo poniendose semidesnudos?”

• «El dinero que gasto para ir a la playa no eres tú que me lo das, sino me lo he ganado yo, y yo soy libre para gastarlo como yo quiero»

Es cierto, absolutamente cierto que el dinero no te lo doy yo, y que te lo has ganado con tu sudor, pero también es cierto que te lo dio Dios. Pues, dado que es un don que te es dado por Él, eres llamado a administrarlo para el bien y no para satisfacer tus deseos de la carne como lo hace la gente del mundo. La sabiduría dice que «La obra del justo es para vida; mas el fruto del impío es para pecado» (Proverbios 10:16); entonces, ya que ir a la playa no es algo necesario para tu cuerpo, sino sólo un placer de la vida, si pones tus ingresos al servicio de este deseo mundano te estas dirigiendo en una manera indigna delante de la vocación que te fue dada.

• “Pero yo a la playa me llevo la Biblia y predico también”

Esta declaración es otra frase pretenciosa que se siente pronunciar por aquellos que cuando escuchan a alguien hablar en contra de este placer de la vida se sienten reprendidos por su conciencia y no saben cómo responder. Ahora bien, es algo bueno en sí mismo que lleven consigo la Biblia, pero el hecho es que en la playa del mar, en medio de tanta gente medio desnuda y en medio de tanta confusión, uno no se puede concentrar para leerla: en cuanto, pues, al evangelizar en la playa del mar, es una contradicción que un creyente diga que se va a la playa para evangelizar ya que lo que evangeliza debe primero demostrar que él se ha convertido de los placeres del mundo a Cristo para decir a otro para hacer lo mismo. Pero ¿de qué deben convertirse las personas del mundo que frecuentan la playa, si también los que les llaman a la conversión siguen siendo esclavos de las pasiónes engañadoras? Pero entonces les pregunto: “Pero, ¿cómo pueden hablar de Jesucristo en traje de baño a hombres y mujeres semidesnudas?” Y luego, cuando regresan de las vacaciones a la playa, éstos, todos bien bronceados, se ponen de pies en el lugar de culto para agradecer a Dios que les envió en la playa del mar para evangelizar a la gente semidesnuda en traje de baño! ¡Entonces hoy algunos para justificar sus engañadoras pasiónes llegan a decir de todo! Pero lo que es más triste es observar que la gran mayoría de los pastores no hablan en contra de esta pasión engañosa de la que muchos fieles están atrapados e inquietos; y más, si pueden, dicen incluso su palabra de aprobación (tal vez incluso cambiar la hora de la adoración del domingo para permitir a los hermanos «disfrutar lo más posible el mar que hizo Dios»), ya que ellos mismos son todavía esclavos de esto deseo. Y es precisamente debido a que muchos conductores no dicen nada sobre esto (porque todavía no pueden discernir el mal que hay en el ir a la playa), y es debido a que las ovejas oyen o ven que los mismos pastores van para allí, que son alentadas a continuar en eso. Son precisamente muchos pastores de nombre pero no de hecho, que dicen: “¿Qué hay de malo?” El mal está ahí, sólo que, siendo cegados por las tinieblas, no pueden ver o fingen a no verlo.

Hermanos que todavía van a la playa a corrumpirse, dejen de ir; también ustedes que son los encargados de alimentar al rebaño y que todavía van a la playa, dejen de ir y traten de reprender este mal hábito con toda franqueza. A ustedes, en cambio, que no van allí – que son la minoría – porque plenamente convencidos de que esta es una malacostumbre de las naciones, digo, sigan resistiendo al enemigo cuando llegando el calor extremo les tentará para que imiten a las personas y las comunidades que se van, resistan firmes en la fe, y él huirá de ustedes; sepan que están absteniendose del mal y que Dios se deleita de esta posición.

Bienaventurado el varón que no anda en consejo de malos rechazando, entre otras cosas, ir a la playa para divertirse como, en cambio, ellos hacen y recomiendan.

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Traducido por Enrico Maria Palumbo