Los diez mandamientos como se encuentran en la Biblia, en contraposición con los mandamientos expuestos en el catecismo católico


i-dieci-comandamenti-di-mose-scritto-su-tavolette-di-pietraEscuchen, ustedes católicos romanos, que han sido engañados durante siglos por los teólogos PAPISTAS y los PAPAS.

Uno de los mayores engaños de la curia romana es haber falsificado, alterado y mutilado los diez mandamientos, y haberlos impuesto incorrectamente y de una manera tan dura, haciéndolos memorizar desde la niñez a sus seguidores.

Vamos a ver como están escritos en la Biblia los diez mandamientos, y luego, como aparecen en el catecismo católico.

>> INTRODUCCIÓN, ES DIOS QUE HABLA:
«Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Éxodo 20:2)
NO HAY MANDAMIENTOS EN ESTOS VERSÍCULOS.

1) PRIMER MANDAMIENTO
«No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3)

2) SEGUNDO MANDAMIENTO
«No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20:4-6).

3) TERCER MANDAMIENTO
«No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano» (Éxodo 20:7).

4) CUARTO MANDAMIENTO
«Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo[b] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20:8-11).

5) QUINTO MANDAMIENTO
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da» (Éxodo 20:12).

6) SEXTO MANDAMIENTO
«No matarás» (Éxodo 20:13).

7) SÉPTIMO MANDAMIENTO
«No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14).

8) OCTAVO MANDAMIENTO
«No hurtarás» (Éxodo 20:15).

9) NOVENO MANDAMIENTO
«No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (Éxodo 20:16).

10) DECIMO MANDAMIENTO
«No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo» (Éxodo 20:17).
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Así es, en cambio, como la Iglesia católica ha mutilado o modificado los 10 MANDAMIENTOS, y se encuentran en el nuevo manual del catequista de esta manera:

– El primero es: ‘Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás otros dioses delante de mí’;

– El segunda: ‘No tomarás el nombre de Dios en vano’.

– El tercero: ‘Santificarás las fiestas’.

– El cuarto: ‘Honra a tu padre y a tu madre’.

– El quinto: ‘No matarás’.

– El sexto: ‘No cometerás adulterio’.

– El séptimo: ‘No robarás’.

– El octavo: ‘No darás falso testimonio’.

– El noveno: ‘No codiciarás la mujer de tu prójimo’.

– La décima: ‘No codiciarás cosa alguna de tu prójimo’.

Ahora comentaré sólo algunos de los mandamientos mutilados o alterados por la Curia romana:

EL SEGUNDO MANDAMIENTO HA SIDO QUITADO, porque condena a las imagenes y estatuas, por lo tanto, no podía aguantar la iglesia romana si hubiese enseñado CONTRA LAS ESTATUAS, mientras que su ADORACIÓN SE HA SIEMPRE BASADO sobretodo EN LAS IMAGENES Y ESTATUAS.

EL CUARTO MANDAMIENTO EN LA BIBLIA, Y EL TERCERO EN EL CATECISMO CATÓLICO, ha sido modificado para que se observasen todos los días de fiesta impuestos por los papas, en lugar de dejarlo como está escrito en la Biblia, que decía de RECORDARSE DEL DÍA DE REPOSO.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO EN LA BIBLIA; EL NOVENO Y DÉCIMO EN EL CATECISMO, son un mismo mandamiento escrito en la Biblia, sin embargo, habiendo quitado el segundo, como se ha mencionado anteriormente, se han encontrado los diez mandamientos menos uno, y han pensado «mal» para DESDOBLAR EL DÉCIMO, que habla de la misma cosa. Por una cuestión matemática han desdoblado el décimo.

Católicos romanos, mediten por ustedes mismos, mediten sobre las cosas que la clase sacerdotal les está enseñando en el catecismo católico, ya que no son mandamientos escritos en la Biblia. Tengan en cuenta que de la mentira y el arte seductora en el error de los que han hecho uso los teólogos papistas para imponer sus peculiares diez mandamientos, lo han heco también para muchos otros versículos de la Biblia.

Estén en guardia, pues, y velen, y miren que nadie les engañe ni seduzca con palabras vanas y filosofía humana, porque el infierno se tragará a todos los que SEDUCEN, y también se tragará a aquellos que se dejan SEDUCIR, entre los cuales se encuentran también ustedes que siguen los preceptos y las tradiciones de la iglesia católica romana.

Que Dios les abra la mente y el corazón para entender la Biblia.

Giuseppe Piredda, salvado por gracia mediante la fe en Cristo Jesús, sin obras.

Traducido por Enrico Maria Palumbo

Algunas cosas que los papas han dicho de sí mismos


10730800_10204017593058407_263114980091857024_n«Declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que ser sujeta al Pontífice es necesario a cada criadura humana para la salvación ..» (Papa Bonifacio VIII en la epístola «Unam Sanctum»)

«Nos cubrimos en esta tierra el lugar del Dios Todopoderoso …» (Papa León XIII)

«Yo soy todo en todo y sobre todo, así que el mismo Dios y yo, el vicario de Dios, tenemos un sólo consistorio, y SOY CAPAZ DE HACER CASI TODO LO QUE HACE DIOS». Entonces, ¿cómo pueden ustedes considerarme, sino Dios?» (Papa Nicolás)

Católicos ¿están de acuerdo con lo que han afirmado sus papas? Y ustedes, mis hermanos en el Señor, que tienen una buena opinión de los papas, pero ¿se han documentado diligentemente en lo que creen y dicen los papas?

Por el hermano en Cristo: Giuseppe Piredda

 

Contra el culto a María


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Los Católicos Romanos, que se llaman a sí mismos Cristianos, han convertido a María, la madre de Jesús – una de nuestras hermanas que después de acabar la carrera fue salvada por el Señor en Su reino celestial donde está descansando de sus labores – en «Corredentora», «Mediadora», «Refugio de los pecadores»,»Reina del Cielo»,»Nuestra Señora», por mencionar sólo algunos de los muchos títulos que le son conferidos, y le adoran al ofrecerle oraciones y cantos y encomendando su alma a ella, y postrándose ante estatuas e imágenes que le representan que han puesto un poco en todas partes.

Sin embargo, está escrito: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3), y también: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20:4-6).

Los Católicos Romanos son por tanto idólatras en el camino que lleva a la perdición y con ellos no hay comunión y no hay acuerdo porque nosotros somos luz en el Señor mientras ellos son tinieblas (2 Corintios 6:14-18), entonces hay que predicarles de arrepentirse y creer en el Evangelio (Marcos 1:15), diciéndoles que se conviertan de sus ídolos mudos a Dios (Hechos 14:15), de lo contrario, cuando morirán, descenderán a las llamas del hades porque es allá que van los idólatras (1 Corintios 6:9-10). Y luego animarlos a salir de la Iglesia Católica Romana (2 Corintios 6:17-18).

Tengan cuidado, el culto a María y a los santos que están en el cielo es un culto condenado por Dios, y los que participan en eso provocan Dios a celos y lo hacen enojar (Deuteronomio 32:16). Ellos, de hecho, adoran y sirven a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre (Romanos 1:25).

«AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y A ÉL SOLO SERVIRÁS» (Lucas 4:8).

Quien tiene oídos para oír, oiga

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Traducido por Enrico Maria Palumbo

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La invocación de los santos es del diablo


devoto-statua-pioLa Iglesia Católica Romana enseña que los Cristianos deben orar a los santos que están en el cielo (en la lista de los santos compiladas por la Iglesia papal, sin embargo, hay muchos que no están en el cielo, porque eran pecadores que fueron canonizados santos por los Papas) debido a que interceden por ellos ante Dios, de hecho, el Concilio de Trento decretó lo siguiente: «El santo sínodo manda a todos los obispos y los que tienen el deber y la tarea de la enseñanza, que (…) en primer lugar instruyan diligentemente los fieles sobre la intercesión de los santos, su invocación (…) enseñando que los santos, reinando con Cristo, ofrecen a Dios sus oraciones por los hombres; que es bueno y útil invocarlos con suplicas y recurrir a sus oraciones, su poder y su ayuda, para adquirir beneficios de Dios, a través de su hijo Jesucristo nuestro Señor… » (Concilio de Trento, Sesión XXV). Y esto es lo que hacen los sacerdotes, de hecho, enseñan a los católicos: «Oremos para que intercedan por nosotros».

Esta es una enseñanza falsa porque la Escritura nos manda a orar a Dios Padre, y esto lo tenemos que hacer en el nombre de Jesucristo, es decir, confiando en su mediación porque Él es el único mediador entre Dios y nosotros, como está escrito: «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre..» (1 Timoteo 2:5), y: «Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» (Juan 14:13), y también: «De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido» (Juan 16:23-24), y otra vez: «…para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé» (Juan 15:16). Por lo tanto, es contrario a la sana doctrina, tanto orar a los santos que están en el cielo, como orar a Dios apoyandose en su mediación.

A la luz de esto, es imposible tener comunión con los Católicos Romanos, porque mientras nos dirigimos al Dios vivo y verdadero en el nombre de Aquel que murió, resucitó y vive para siempre, ellos se dirigen a los muertos, de los cuales la Escritura dice que no saben nada (Eclesiastés 9:5) y por lo tanto no pueden ver, ni oír, y por tanto lo que los Católicos Romanos hacen es pecado. Pero más allá de este, ellos cometen otro pecado que es postrarse ante las estatuas y las imágenes que representan a estos hombres y mujeres que ellos invocan y sirven, porque Dios dice: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20:4-6).

Por otra parte, los Católicos Romanos, llamando los santos que están en el cielo intercesores poderosos y eficaces, en realidad disminuyen y hacen pasar por irrelevante la mediación que Jesucristo hace a la derecha del Padre en favor de sus discípulos en la tierra.

Los Católicos Romanos entonces son idólatras, que andan en tinieblas. Y nosotros tenemos el deber no sólo de reprobar su culto a los santos, sino también para amonestarles y exhortarles para que se arrepientan y se conviertan y crean en el Señor Jesucristo, para que sean salvados y salgan de la Iglesia Católica Romana que con sus herejías de perdición conduce las almas en las llamas del hades.

Quien tiene oídos para oír, oiga

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

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La Cena del Señor no es la repetición del sacrificio de Cristo


pope-francis-massEl Catecismo de la Iglesia Católica Romana dice acerca de la Eucaristía (que se llama la Cena del Señor en la Iglesia papista) que «el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio: ‘La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque vuelve a presentar (hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y porque aplica su fruto: Cristo ‘nuestro Señor y Dios, […] fue ofrecido a Dios Padre una sola vez al morir en el altar de la cruz por hacer una redención eterna: como, sin embargo, su sacerdocio no debía extinguirse con la muerte (Hebreos 7,24.27), en la última cena «en la noche que fue entregado» (1 Corintios 11:23) […] [quiso] dejar a la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible (como la naturaleza humana demanda) por el cual fuese significado el sacrificio sangriento que habría ofrecido una vez para siempre en la cruz, prolongando su memoria hasta el fin del mundo, y aplicando su eficacia salvadora a la remisión de nuestros pecados de cada día’. De hecho, se trata de una sóla y misma víctima y el mismo Jesús la ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, Él que entonces se ofreció a sí mismo en la cruz: sólo es diverso el modo de ofrecerse». «Y puesto que en este divino sacrificio, que se realiza en la Misa, se contiene y se inmola de manera incruenta el mismo Cristo, que ‘ofreció a sí mismo una sóla vez de manera cruenta’ en el altar de la cruz, […] este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio». http://www.vatican.va/archive/catechism_it/p2s2c1a3_it.htm#V El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia).

Así la Eucaristía (o la misa) – para los Católicos Romanos – es la repetición del sacrificio de Cristo. Pero esto es falso, porque Cristo se ofreció a sí mismo una vez para siempre porque la Escritura dice: «Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (Hebreos 10:10), y también que entró «en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (Hebreos 9:24-26). La misa que el sacerdote hace es por lo tanto un acto de presunción y una abominación a Dios que engaña a los que creen en él, porque el sacerdote pretende con la misa renovar el sacrificio de Cristo, pero la Escritura enseña que Cristo Jesús en la plenitud de los tiempos ofreció a sí mismo por nuestros pecados una vez para siempre.

Por supuesto, el clero romano admite que el sacrificio de la misa es un sacrificio incruento en el que Cristo no derrama su sangre, pero esto no justifica en absoluto la misa. La Escritura, de hecho, condena esta enseñanza.

¿Es un sacrificio incruento sin el derramamiento de sangre? Para nosotros no es ni un sacrificio y ni siquiera incruento; sino sólo un rito que es una abominación para Dios. Pero, ya que los teólogos papistas hablan de esta manera sobre la misa y dicen al mismo tiempo que se ofrece para aplacar a Dios y darle satisfacción por nuestros pecados, y dado que la Escritura dice que «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (Hebreos 9:22), les preguntamos: ‘¿Pero no se dan cuenta que se contradicen por ustedes mismos? Ustedes dicen que «en el sacrificio de la Misa, Jesús aplaca para nosotros el Eterno Padre, ofreciéndose a sí mismo, de manera que después del pecado no nos castigue como habríamos merecido (…) y ofrece a satisfacción por nuestros pecados», y al mismo tiempo dicen que la misa es un sacrificio sin derramamiento de sangre, por tanto sin el poder de perdonar sus pecados! Y entonces, de nuevo: ‘¿Pero cómo pueden ustedes decir que su misa es el sacrificio de Cristo y luego al mismo tiempo decir que no hay derramamiento de sangre cuando la Escritura enseña que cuando Jesús se ofreció a sí mismo a Dios hubo el derramamiento de su sangre? ¿Pero es o no es un sacrificio? ¡Cuántas contradicciones se pueden ver en las palabras de los teólogos papistas incluso cuando hablan de la misa!

Lo que vemos, pues, al leer lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica Romana acerca de la Cena del Señor es que, una vez más, ha adulterado y pervertido la Palabra de Dios, porque mientras la Escritura dice que «todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:26), por lo tanto, por la Cena del Señor se proclama el sacrificio expiatorio de Cristo ya que por ella se proclama su muerte, la Iglesia papista enseña que uno durante la cena instituida por Cristo participa en la repetición del sacrificio expiatorio de Cristo!!

Es suficiente, pues, sólo este aspecto de la Eucaristía – porque podríamos hablar de otras cosas malignas y perversas que la Iglesia Católica Romana enseña acerca de la Cena del Señor – para entender que no es la verdadera Cena del Señor que Jesucristo estableció.

Por último, aprovecho la oportunidad para reiterar a los Católicos Romanos la exhortación a arrepentirse y creer en el Evangelio, para obtener la remisión de los pecados y la vida eterna, y apartarse de la Iglesia Católica Romana.

El que tiene oídos para oír, que oiga.

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Véase también: La Cena del Señor

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La razón por la cual nosotros no reconocemos al Papa como cabeza de la Iglesia universal


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Pregunta:

¿Cómo es que ustedes los evangélicos no reconocen al Papa como cabeza de la Iglesia universal como sucesor del apóstol Pedro?

Respuesta:

Porque el apóstol Pedro, de ningún modo, fue hecho cabeza de la Iglesia por Jesucristo, y por lo tanto, no pudo transmitir este título a nadie.

Si se leen cuidadosamente los escritos del Nuevo Testamento se verá que la cabeza de la Iglesia es una, y es Jesucristo, que ahora está a la diestra de Dios Padre. Este concepto es algo atestiguado por Pablo. Aquí están sus declaraciones sobre el asunto.

Él dice a los Efesios que Dios ha resucitado a su Hijo, y Él se sentó a su diestra sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero y que Él «sometió todas las cosas bajo sus pies, y LO DIO POR CABEZA SOBRE TODAS LAS COSAS A LA IGLESIA, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Efesios 1:22-23); y también: «siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel QUE ES LA CABEZA, ESTO ES, CRISTO» (Efesios 4:15), y: «CRISTO ES CABEZA DE LA IGLESIA, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador» (Efesios 5:23). Así que, como la cabeza de la mujer es una sóla es decir su marido, la cabeza de la Iglesia (que es la esposa del Cordero), es una sóla, es decir Cristo, su esposo, y nadie más.

A los Colosenses Pablo dice: «Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es LA CABEZA DEL CUERPO QUE ES LA IGLESIA, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia» (Colosenses 1:17-18). Por lo tanto, la Iglesia de Dios no tiene dos cabezas, una de las cuales está en el cielo y la otra en la tierra; o una visible e otra invisible, pero sólo una, y Él está en el cielo a la diestra de Dios y por medio de la fe en los corazones de todos los que le recibieron como su Señor y personal Salvador.

Él, entonces, que se hace llamar papa, PECA DE PRESUNCIÓN ya que se proclama a sí mismo Cabeza de la Iglesia, a pesar que no haya recibido de Dios este título tan excelso. Eso de «Cabeza de la Iglesia» es un título que el papa actual ha heredado de su predecesor, que a su vez lo había heredado de su predecesor, y así sucesivamente.

EL PRIMER supuesto sucesor de Pedro, quien SE ARROGÓ el título o, al menos, el oficio de pastor de todas las iglesias, FUE LEÓN I LLAMADO MAGNO (440-461) – que muchos llaman el primer ‘papa’ – que afirmó abiertamente y con gran fuerza que Jesús le dio a Pedro la primacía de la dignidad apostólica, y que luego pasó al obispo de Roma que tiene la tarea de cuidar todas las iglesias. Este título se reforzó considerablemente en el siglo VII, cuando el emperador Foca, en el año 607, para recompensar la amistad y la adulación del obispo de Roma reconoció la supremacía de la «Sede Apostólica de Pedro sobre todas las iglesias» (caput omnium Ecclesiarum ) y prohibió el patriarca de Constantinopla para que utilizara el título de «universal» (de hecho, este patriarca se había arrogado este título) que a partir de ese momento tuvo que ser reservado sólo para el obispo de Roma, Bonifacio III, y que a diferencia de Gregorio el Grande (el predecesor de Bonifacio III), y olvidando lo que su antecesor había dicho acerca de tal propósito (Gregorio el Grande había dicho que el obispo que reclamaba el título de «obispo universal» era el precursor del anticristo, y que ningún cristiano debe tomar este nombre de blasfemia), PARA NADA SE NEGÓ a ser llamado ‘OBISPO UNIVERSAL’. Este reconocimiento Foca lo dio porque estaba en desacuerdo con el patriarca bizantino Cyriacus y de esta manera él quiso desacreditarlo en Roma, y ​​visto que era odiado en Bizancio estaba tratando de ser amado en Roma. Fue retenido en tal alto honor Focas por los romanos que ellos en 608 elevaron a los pies del Capitolio una columna coronada por una estatua de Foca de bronce dorado,y en su base había una inscripción en honor a el ‘más misericordioso y más piadoso emperador, ganador perpetuo, coronado por Dios siempre Augusto’.

Por el Maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Traducido Por Enrico Maria Palumbo

 

 

El así llamado Papa no tiene el poder de santificar a nadie


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La Enciclopedia Católica bajo el título ‘canonización’ dice: ‘La canonización es un acto o sentencia definitiva, con la cual el Papa decreta que un siervo de Dios, ya contado entre los santos, venga introducido en el catálogo de los santos y sea venerado en la Iglesia universal con el culto debido a todos los canonizados» (Enciclopedia católica, vol. 3 , 569 ). [ 9 ]

El así llamado Papa, entonces, tiene también el poder de declarar santas algunas personas que durante su vida fueron marcadas por sus virtudes heroicas o por sus cualidades especiales.

Pero ¿qué dice la Escritura? En primer lugar, la Escritura dice que el que santifica y declara santos es Cristo, como está escrito: «Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos» (Hebreos 2:11); y luego enseña que todos los creyentes son santos (tanto los que viven en la tierra como aquellos que han muerto y están ahora en la presencia del Señor), y esto se debe al hecho que han sido santificados «mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.» (Hebreos 10:10).

Las siguientes escrituras atestiguan que nosotros hijos de Dios hemos sido santificados y por lo tanto somos los santos que están en la tierra.

– Pablo escribió a los Corintios: «Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús» (1 Corintios 1:1-2), y otra vez: «No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. «(1 Corintios 6:9-11);

– A los Filipenses: «Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos» (Filipenses 1:1);

– A los Colosenses : «Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas.. » (Colosenses 1:1-2);

– A los Romanos: «Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos» (Romanos 8:27) y también: «Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos» (Romanos 15:25).

Como pueden ver los santos no son aquellos canonizados por la cabeza del Estado Vaticano pero son los que han sido hecho santos por Dios a través del Espíritu, entonces la canonización hecha dentro de la iglesia romana es una práctica que se opone a la Escritura y que no tiene valor.

Giacinto Butindaro