Introducción
Entre las fiestas que la iglesia romana manda a observar hay también la Navidad, de hecho, en su catecismo, se encuentra entre los así llamados días de precepto de la Iglesia que deben ser recordados para santificarla según su mandamiento. Se celebra con tres misas, una a la medianoche porque según la tradición, Jesús nació de María en esa hora. En la fiesta de la Navidad hay muchas costumbres: una de ellas es hacer el pesebre. El pesebre consiste en una representación figurativa hecha con estatuillas del acontecimiento del nacimiento de Jesucristo. El Catecismo Católico se refiere al origen del pesebre en estos términos: «San Francisco de Asís tenía gran devoción al misterio del nacimiento del Salvador. Se levantaba con frecuencia a media noche para adorar a Jesús en la hora en que hizo su primera aparición en el mundo. Más tarde, en 1220, solicitó y obtuvo del Papa Honorio III, el permiso de hacer el pesebre durante la misa de medianoche de Navidad, y esto en el medio de un bosque que estaba al lado del monasterio de Greccio. Formó una especie de cueva con piedras, musgo y ramas de árboles; y sobre ella puso un pesebre y también un buey y un asno, y erigió el altar para la celebración de la Misa. Una gran multitud de gente corrió a la función iluminando el bosque con antorchas. Más tarde vino el pesebre con figuritas, y por primera vez en Nápoles en el siglo XV, y luego en Sicilia y en otras regiones de Italia y en el extranjero» (Giuseppe Perardi, Nuevo Manual de Catequista enseñanza del catecismo de la doctrina cristiana, publicado por orden de Pío X, XVII edición renovada y en gran parte reconstruida, Turín 1939, p. 143-144).
Veamos en primer lugar cómo nació esta fiesta. Originalmente, la Iglesia no celebraba el nacimiento de Jesús. Con el tiempo, sin embargo, los Cristianos de Egipto comenzaron a considerar el 6 de enero como fecha de la natividad. La costumbre de celebrar el nacimiento de Jesús en ese día se fue extendiendo por todo el Oriente y resulta que fue adquirida al comienzo del siglo IV. Más o menos en la misma época, la Iglesia de Occidente, que nunca había reconocido el 6 de enero como el día de la natividad, asumió como fecha de celebración el 25 de diciembre.
Más tarde fue adoptada también por la iglesia oriental. Las razones que llevaron a muchos obispos para mover las fecha de la navidad al 25 fueron las siguientes: en ese día, de acuerdo con una costumbre pagana de la época se celebraba «el dios sol», o más bien el nacimiento del sol al cual se encendían fuegos como señal de celebración, y como muchos de los que se habían convertido al cristianismo también participaban en esta fiesta, ya que identificaban el sol con Jesucristo porque en Malaquías se Le llama «el Sol de justicia» (Malaquías 4:2), cuando se dieron cuenta de que incluso los Cristianos tenían una cierta inclinación para esta fiesta, decidieron que la natividad de Cristo fuese solemnizada en ese día y la fiesta de la Epifanía el 6 de enero [1].
Refutación
La fiesta de la navidad no debe ser celebrada, porque bajo la gracia no estamos llamados a celebrar las fiestas; además, la fiesta de la navidad no sólo se basa en una fecha de nacimiento de Jesús inventada sino que también es de origen pagana.
Ciertamente, el nacimiento de Jesucristo es uno de los más grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, esto es fuera de toda duda; pero hay que decir que no se menciona en las Escrituras ni el día ni la hora. Pero el hecho es que no sólo no está escrito ni el día ni la hora en que nació, sino tanto Mateo como Marcos y Lucas y Juan no dan pruebas suficientes para establecer exactamente hasta el mes en el que nació. Sabemos que Jesucristo nació durante el reinado de César Augusto, porque Lucas dice que fue César Augusto que emitió un decreto según el que se debía hacer un censo de todo el imperio (José estaba en Belén con María cuando parió, porque se fue allí para ser empadronado) (Véase Lucas 2:1-5); también sabemos que cuando Jesús nació reinaba en Judea Herodes (Véase Mateo 2:1); también sabemos que en el mismo distrito donde nació Jesús, la noche en que vino al mundo habían pastores que estaban en el campo turnándose para cuidar sus rebaños y que les apareció un ángel del Señor para anunciarles que en ese día nació en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor (Véase Lucas 2:8-14). Pero en cuanto a la fecha de su nacimiento la Escritura guarda silencio. Ahora, también tiene que haber una razón por la que Dios no haya, a través de su Espíritu, impulsado a nadie para escribir la fecha del nacimiento de Jesucristo; no queremos decir la razón porque no la sabemos, sin embargo, queremos hacer algunos comentarios.
Sin duda, era conocida tanto a José como a María y a los hermanos y hermanas de Jesús; era sin duda bien registrada en el empadronamiento de ese tiempo. Jacobo era el hermano del Señor y estaba muy bien considerado en la Iglesia primitiva, y aunque conociese la fecha de nacimiento del Señor que según la carne era su hermano mayor, no reputó necesario solemnizar el día del nacimiento de Jesús.
En las Escrituras están escritas muchas fechas que se relacionan tanto con las fiestas judías como con acontecimientos especiales que ocurrieron en la historia del pueblo de Israel; vamos a mencionar algunas:
– La Pascua según la ley debía ser celebrada el día catorce del mes de Abib, porque fue en ese día que el Señor sacó al pueblo de Israel de Egipto después de una esclavitud secular (Véase Éxodo 12:1-14);
– La fiesta de Pentecostés o primicias debía celebrarse siete semanas después de la fiesta de los panes sin levadura, entonces en el tercer día del tercer mes que correspondía con el día en que Dios descendió en medio del fuego en el monte Sinaí y recitó el Decálogo (Véase Deuteronomio 16:9-12; Éxodo 19:16).
– La Fiesta de los Tabernáculos se iba a celebrar el día quince del séptimo mes como un recordatorio de que los israelitas habían vivido en tiendas de campaña durante su peregrinación en el desierto (Véase Deuteronomio 16:13-15; Levítico 23:34).
– La fiesta de la Expiación se iba a celebrar en el décimo día del mes séptimo; en ese día el sacerdote hacía la expiación de sus pecados y los de todo el pueblo (Véase Levítico 16:1-34);
– El séptimo día del quinto mes del año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue el día en el que Nabuzaradán, capitán de la guardia que servía al rey de Babilonia, vino a Jerusalén y quemó la casa de Jehová, y la casa el rey, y quemó todas las casas de Jerusalén (Véase 2 Reyes 25:8-9);
– El tercer día del mes de Adar del sexto año del reinado de Darío fue el día en que se terminó la reconstrucción del templo en Jerusalén (Esdras 6:15);
– El quinto día del cuarto mes del quinto año de la deportación del rey Joaquín la Palabra del Señor vino expresamente a Ezequiel sacerdote, hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos junto al río de Chebar (Véase Ezequiel 1:1-3); en el libro del profeta Ezequiel están escritas muchas otras fechas que se relacionan con los días en que Dios reveló su palabra al profeta.
Estas son algunas de las fechas escritas en la Palabra de Dios; puede parecer extraño, pero entre las muchas fechas registrada allí no hay la de nacimiento del Salvador, pero esto no nos preocupa, ni nos molesta porque sabemos que «toda obra del Señor tiene un propósito» (Proverbios 16:4 ‘NVI’), por lo tanto, estamos seguros de que esta omisión voluntaria de esta fecha no es casual. Pero como bien sabemos, donde la Palabra de Dios guarda silencio hay siempre una fuente de especulación para muchos; y entonces, por las razones expuestas anteriormente los hombres han pensado en tomar un día, en el que se celebraba el sol, para convertirlo en el día del nacimiento de Cristo. Creemos que no fue justo por parte de los antiguos tomar a su voluntad un cualquier día del calendario y decir que Jesús nació en él, porque al hacerlo han llevado a creer la mentira a multitudes de personas. Incluso hoy en día, muchos están convencidos de que Jesús nació el 25 de diciembre aunque no se puede probarlo de ninguna manera! Tengan en cuenta que esto no significa que sea malo recordar el nacimiento de Jesús y todo lo que la Escritura dice acerca de él; en absoluto, pero creemos que el recuerdo de ese día no debe dar lugar a nadie para que se invente la fecha del nacimiento de Jesús.
La iglesia romana manda a santificar el día de la navidad no haciendo ningún trabajo servil y participando en sus misas; pero nosotros como creyentes no nos sentimos en absoluto la obligación de santificar ese día, ya que no es un día que ha sido santificado por Dios, sino un día que fue convertido en santo de una tradición que hay que decir que en el transcurso del tiempo ha santificado y bendecido tantas prácticas paganas que son contrarias a las enseñanzas del Señor.
El pesebre es una forma de idolatría; y por lo tanto no se debe hacer
Hacer el pesebre, para muchos puede parecer una señal de gran devoción al Salvador, podría parecer hermoso, pero lo cierto es que se opone a la Escritura ya que implica la transgresión del mandamiento de Dios de no hacer imagenes, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. Por esta razón esta práctica debe ser rechazada. Amados, recuérdense el nacimiento de Jesucristo, pero a menudo y no una vez al año, y háganlo en la sencillez de vuestro corazón meditando en todos los pasajes de las Escrituras que hablan de él. Si, de hecho, el Espíritu Santo ha impulsado tanto Mateo como Lucas para escribir varias cosas sobre el nacimiento de Jesús, es también porque Dios ha querido de esta manera que nosotros sus hijos mantuviésemos viva la memoria de los acontecimientos que marcaron su nacimiento. Pero más que la de su nacimiento, amados, recuérdense su muerte y resurrección que se llevaron a cabo para nuestra justificación. Y hablen de estos dos eventos tanto entre ustedes como a los que no conocen a Dios, entre los cuales hay los Católicos romanos, para que ellos, al creer con todo su corazón, sean libertados del pecado.
El árbol de Navidad es una costumbre pagana, y por lo tanto no se debe hacer
Con el tiempo, en el supuesto día de la natividad de Jesús, es decir, en la navidad, apareció precisamente el árbol llamado de navidad. La costumbre de celebrar la navidad con un árbol se remonta a la época en que vivió Martín Lutero (1483-1546); los historiadores dicen que se divulgó antes a lo largo de las orillas del Rin, y a continuación, en toda Alemania; y finalmente traspasó las fronteras y se extendió por toda Europa. El árbol, en general, desde la antigüedad ha representado algo para las poblaciones; recordemos que la higuera y el roble eran considerados sagrados por los romanos, que los asirios y los fenicios adoraban a los árboles y en los siglos muchas tribus salvajes han adorado a los árboles.
En cuanto al árbol, en general, hay que decir que la Escritura hace referencias específicas a los árboles, ya que a menudo compara los hombres a los árboles. Las siguientes Escrituras lo explican:
- «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará» (Salmos 1:1-3).
- «El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano» (Salmos 92:12).
- «Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto» (Jeremías 17:7-8).
Como se puede ver el justo que hace la voluntad de Dios es semejante a un árbol verde que crece y florece y da fruto.
Pero, según la sabiduría, el árbol representa también la sabiduría misma y el deseo cumplido, está escrito que la sabiduría «es árbol de vida a los que de ella echan mano» (Proverbios 3:18), y que «árbol de vida es el deseo cumplido» (Proverbios 13:12).
Si se añaden a estas Escrituras también las que dicen que en la Jerusalén celestial hay el árbol de la vida en medio de la plaza de ella, entonces se verá que el hecho de que algunos comenzaron a celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre con un árbol de hoja perenne, no fue por casualidad, ya que, según ellos representaba la vida que se manifiesta.
Pero vayamos a los hechos; la gente compra el árbol de navidad, lo decora con luces, pone los regalos bajo de él, sólo porque es una costumbre que muchos practican; para ellos no tiene ningún significado. Nosotros, no aceptando la celebración del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, por consecuencia no aceptamos ni siquiera esta costumbre del árbol de navidad. Sin embargo, observamos que la costumbre del árbol de navidad, por desgracia, y repito, por desgracia, ha sido aceptada por muchos creyentes, de hecho, durante el período de navidad aparece tanto en sus hogares como en sus lugares de culto; no les importa si lo que hacen no está escrito porque desean no aparecer, incluso en esto, diferentes de los Católicos romanos. Pero qué contradicción! Están dispuestos a aceptar una costumbre que no se practicaba en las iglesias de Dios en el tiempo de los apóstoles, pero no están dispuestos a aceptar una costumbre que había en las iglesias como por ejemplo la del velo! Esto nos enseña que para muchos es más importante conformarse a las costumbres extrañas y paganas, que a las escritas y cristianas. Juzguen por ustedes mismos lo que digo, hermanos.
[1] El término epifanía deriva del griego epiphaneia que significa «aparición» y que en el Nuevo Testamento está escrito, por ejemplo, también en este pasaje: «..la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición (epiphaneia) de nuestro Salvador Jesucristo» (2 Timoteo 1:9,10). Aquí, en pocas palabras, como nació la fiesta de la Epifanía. Inicialmente, los seguidores del gnóstico Basílides, que vivió en el siglo II, celebraban el bautismo de Cristo el 10 o 6 de enero. Ellos, sin embargo, distinguiendo entre Cristo y Jesús, afirmaban que Cristo había aparecido por primera vez en la tierra en el bautismo de Jesús. Así que la epifanía (la aparición) de Cristo para ellos coincidía con el bautismo de Jesús. ¿Pero por qué los Basilidianos eligieron para celebrar este fiesta el 6 de enero? Porque en Alejandría (Basílides era alejandrino) se celebraba en ese día el nacimiento de Aeon de la virgen Kore y ese día también era dedicado a Osiris. Así que los seguidores de Basílides simplemente eligieron precisamente esta fecha para proclamar ante los paganos que Cristo era el verdadero Ser divino aparecido en la tierra. Con el tiempo, sin embargo, terminó que la iglesia oriental tomó por los herejes, contra los cuales luchaba, la costumbre de celebrar la epifanía, y así encontramos que ella, en la primera mitad del siglo IV, celebraba la Epifanía el 6 de enero, uniendo entre ellas, en esta fiesta, el bautismo y el nacimiento de Cristo, y eso es porque para la Iglesia – a diferencia de los herejes llamados Gnósticos – la aparición de Cristo en la tierra había tenido lugar en el nacimiento de Jesús; siendo Jesús el Cristo de Dios. Por lo tanto, también el origen de la epifanía tiene sus raíces en el paganismo.
Del libro “La Iglesia Católica Romana” de Giacinto Butindaro con la adición sobre el árbol de Navidad
Traducido por Enrico Maria Palumbo