Los diez mandamientos como se encuentran en la Biblia, en contraposición con los mandamientos expuestos en el catecismo católico


i-dieci-comandamenti-di-mose-scritto-su-tavolette-di-pietraEscuchen, ustedes católicos romanos, que han sido engañados durante siglos por los teólogos PAPISTAS y los PAPAS.

Uno de los mayores engaños de la curia romana es haber falsificado, alterado y mutilado los diez mandamientos, y haberlos impuesto incorrectamente y de una manera tan dura, haciéndolos memorizar desde la niñez a sus seguidores.

Vamos a ver como están escritos en la Biblia los diez mandamientos, y luego, como aparecen en el catecismo católico.

>> INTRODUCCIÓN, ES DIOS QUE HABLA:
«Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Éxodo 20:2)
NO HAY MANDAMIENTOS EN ESTOS VERSÍCULOS.

1) PRIMER MANDAMIENTO
«No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3)

2) SEGUNDO MANDAMIENTO
«No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20:4-6).

3) TERCER MANDAMIENTO
«No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano» (Éxodo 20:7).

4) CUARTO MANDAMIENTO
«Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo[b] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20:8-11).

5) QUINTO MANDAMIENTO
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da» (Éxodo 20:12).

6) SEXTO MANDAMIENTO
«No matarás» (Éxodo 20:13).

7) SÉPTIMO MANDAMIENTO
«No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14).

8) OCTAVO MANDAMIENTO
«No hurtarás» (Éxodo 20:15).

9) NOVENO MANDAMIENTO
«No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (Éxodo 20:16).

10) DECIMO MANDAMIENTO
«No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo» (Éxodo 20:17).
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Así es, en cambio, como la Iglesia católica ha mutilado o modificado los 10 MANDAMIENTOS, y se encuentran en el nuevo manual del catequista de esta manera:

– El primero es: ‘Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás otros dioses delante de mí’;

– El segunda: ‘No tomarás el nombre de Dios en vano’.

– El tercero: ‘Santificarás las fiestas’.

– El cuarto: ‘Honra a tu padre y a tu madre’.

– El quinto: ‘No matarás’.

– El sexto: ‘No cometerás adulterio’.

– El séptimo: ‘No robarás’.

– El octavo: ‘No darás falso testimonio’.

– El noveno: ‘No codiciarás la mujer de tu prójimo’.

– La décima: ‘No codiciarás cosa alguna de tu prójimo’.

Ahora comentaré sólo algunos de los mandamientos mutilados o alterados por la Curia romana:

EL SEGUNDO MANDAMIENTO HA SIDO QUITADO, porque condena a las imagenes y estatuas, por lo tanto, no podía aguantar la iglesia romana si hubiese enseñado CONTRA LAS ESTATUAS, mientras que su ADORACIÓN SE HA SIEMPRE BASADO sobretodo EN LAS IMAGENES Y ESTATUAS.

EL CUARTO MANDAMIENTO EN LA BIBLIA, Y EL TERCERO EN EL CATECISMO CATÓLICO, ha sido modificado para que se observasen todos los días de fiesta impuestos por los papas, en lugar de dejarlo como está escrito en la Biblia, que decía de RECORDARSE DEL DÍA DE REPOSO.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO EN LA BIBLIA; EL NOVENO Y DÉCIMO EN EL CATECISMO, son un mismo mandamiento escrito en la Biblia, sin embargo, habiendo quitado el segundo, como se ha mencionado anteriormente, se han encontrado los diez mandamientos menos uno, y han pensado «mal» para DESDOBLAR EL DÉCIMO, que habla de la misma cosa. Por una cuestión matemática han desdoblado el décimo.

Católicos romanos, mediten por ustedes mismos, mediten sobre las cosas que la clase sacerdotal les está enseñando en el catecismo católico, ya que no son mandamientos escritos en la Biblia. Tengan en cuenta que de la mentira y el arte seductora en el error de los que han hecho uso los teólogos papistas para imponer sus peculiares diez mandamientos, lo han heco también para muchos otros versículos de la Biblia.

Estén en guardia, pues, y velen, y miren que nadie les engañe ni seduzca con palabras vanas y filosofía humana, porque el infierno se tragará a todos los que SEDUCEN, y también se tragará a aquellos que se dejan SEDUCIR, entre los cuales se encuentran también ustedes que siguen los preceptos y las tradiciones de la iglesia católica romana.

Que Dios les abra la mente y el corazón para entender la Biblia.

Giuseppe Piredda, salvado por gracia mediante la fe en Cristo Jesús, sin obras.

Traducido por Enrico Maria Palumbo

Algunas cosas que los papas han dicho de sí mismos


10730800_10204017593058407_263114980091857024_n«Declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que ser sujeta al Pontífice es necesario a cada criadura humana para la salvación ..» (Papa Bonifacio VIII en la epístola «Unam Sanctum»)

«Nos cubrimos en esta tierra el lugar del Dios Todopoderoso …» (Papa León XIII)

«Yo soy todo en todo y sobre todo, así que el mismo Dios y yo, el vicario de Dios, tenemos un sólo consistorio, y SOY CAPAZ DE HACER CASI TODO LO QUE HACE DIOS». Entonces, ¿cómo pueden ustedes considerarme, sino Dios?» (Papa Nicolás)

Católicos ¿están de acuerdo con lo que han afirmado sus papas? Y ustedes, mis hermanos en el Señor, que tienen una buena opinión de los papas, pero ¿se han documentado diligentemente en lo que creen y dicen los papas?

Por el hermano en Cristo: Giuseppe Piredda

 

Era piadoso, temeroso, hacía muchas limosnas y oraba a Dios siempre, sin embargo, él no era salvado


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Este pasaje bíblico está siempre presente en mi mente y en mi corazón, porque en Cornelio me veo a mí mismo cuando era católico; de hecho, en ese tiempo yo era temeroso, piadoso y oraba, pero era todavía una persona perdida en sus delitos y pecados.

Cuántas veces iba a la misa, e incluso cuando confesaba mis pecados al sacerdote, no me sentía mejor, los pecados permanecían aun mas pegados a mi alma.

Pero Dios tenía un plan también para mí, un cambio de residencia de Palermo a Gaeta, conocí a un hermano en Cristo que me llevó a la comunidad evangélica de Fondi, donde escuché el Evangelio y, poco después, en mi cuarto, Dios me regeneró espiritualmente, me hizo nacer de nuevo y mi pecado se fue de mi alma, me sentía ligero, lleno de alegría, de paz, y no tenía mas el miedo de ir al infierno porque entonces me empecé a sentir en paz con el Señor en lo más profundo de mi alma. Dios ya no era un juez para mí, pero ya lo veía como Padre, que se compadeció de mis miserias del alma y me perdonó todos mis pecados. Gracias sean dadas a Dios, que se apiadó de mí.

De manera similar a Cornelio, hay muchos católicos que están en la condición en la que me encontraba yo ante de ser salvado, que están en la misma situación en la que estaba Cornelio cuando el ángel se le apareció, antes de creer en el mensaje de la salvación que le trajo Pedro.

Hay muchos católicos que son devotos, piadosos, que temen a Dios, hablan de Él, hablan de Jesucristo, hacen limosnas y oran, sin embargo, como Cornelio, permanecen perdidos en sus delitos y pecados, porque sólo por medio del nuevo nacimiento, sólo a través de la obra del Espíritu Santo que viene a morar en el hombre se obtiene el perdón de los pecados, infundiendo en las profundidades del corazón la fe en el sacrificio de Jesucristo, por medio del cual se obtiene la remisión de los pecados.

Estos son buenos religiosos católicos, pero no son salvados, no hacen parte de la familia de Dios, como no hacía parte de la familia de Dios Cornelio antes de que Pedro le llevase el mensaje de salvación.

Desdichadamente, incluso en las iglesias evangélicas, hay muchos que son religiosos, piadosos y devotos, pero no son salvados, nunca han nacido de nuevo. Este fenómeno es muy común entre los hijos de los creyentes que han sido enseñados en todas las cosas que pertenecen a los principios y doctrinas de la Biblia, imitan casi perfectamente el comportamiento de un creyente, pero no lo son, dentro de ellos están espiritualmente muertos , hacen lo todo por arrastramiento, hábito, imitación de los demás y para complacer a los padres y al pastor, pero nunca se han convertido y nunca han nacido de nuevo.

En cierto sentido, también otras franjas religiosa, como los Testigos de Jehová, andan de una manera religiosamente encomiable, pero no han nacido de nuevo, no son salvados, y sus pecados no han sido perdonados, sus inmundicias se encuentran todavía en su corazón y en su alma.

Cornelio fue salvado, sus pecados fueron perdonados y recibió el Espíritu Santo en su corazón, en el momento en el que creyó en las palabras de Pedro: «De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre» (Hechos 10:43), de hecho, Lucas continúa la historia con estas palabras: «Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso» (Hechos 10:44).

Estas Sagradas Escrituras nos recuerdan que el perdón de los pecados se consigue sólo a través de la fe en el sacrificio de Cristo en la cruz, en el momento en que el Espíritu Santo hace la obra de convicción en las profundidades del alma que se está viviendo en el pecado, como está escrito: «[el Consolador] convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).

Hemos leído que el Espíritu Santo convence al hombre de pecado, lo hace sentir un pecador en necesidad de salvación, que no puede agradar a Dios con sus propias fuerzas y sus obras, y lo convence, poniendo en él la fe en el sacrificio de Cristo en la cruz, la sangre derramada cumple la limpieza de sus pecados.

No es por las obras que se obtiene el perdón de pecados, sino sólo por la fe puesta en el corazón del hombre por el Espíritu Santo, como dice el Señor Jesucristo a Pablo, «Te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados» (Hechos 26:17,18).

Ahora les digo a ustedes, católicos romanos, a ustedes que piensan ser salvados y agradar a Dios por sus obras, a la luz de lo que hemos dicho en referencia a la forma de obtener el perdón de los pecados, deben saber que no es por las obras que uno puede ser salvado y los pecados no son perdonados por el sacerdote, sino sólo por Dios, a partir del momento en que uno nazca de agua y del Espíritu. Arrepiéntanse, pues, y clamen a Dios, arrepiéntanse de sus pecados y griten a Dios el Señor que tenga misericordia de ustedes y les haga nacer de nuevo perdonando sus pecados. La salvación es por fe, no por obras, de acuerdo con lo que dicen las Sagradas Escrituras: «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo» (Tito 3:5).

Ustedes están en la condición de Cornelio, dispónganse para escuchar el mensaje de salvación del apóstol Pedro, y obtendrán lo que obtuvieron Cornelio y su casa.

Y ahora les digo también a ustedes que entran por las puertas de los lugares de culto evangélicos casi todos los domingos, si ustedes no han nacido de nuevo, todavía están perdidos en sus delitos y pecados y siguen siendo hijos de ira. También ustedes arrepiéntanse y crean en el Evangelio y obtendrán el perdón de sus pecados. Ustedes no son salvos porque sus padres son creyentes; ustedes no son salvos porque frecuentan una comunidad evangélica, ya que la salvación es personal, no grupal, y si ustedes no han nacido de nuevo no entrarán en el reino de los cielos, y el hades les tragará si no han recibido la misericordia de Dios y sus pecados no han sido perdonados. Nada impuro entrará en el reino de los cielos, ningún pecador, ningún pecado, por lo tanto, deben ser limpiados por la sangre de Jesucristo, por medio de la fe, de todo pecado para poder entrar en el reino de los cielos.

Miren, pues, que la luz que creen haya en ustedes no sea tinieblas.

A todos les exhorto, por tanto, yo que una vez estaba perdido en mis delitos y pecados como ustedes, de arrepentirse y creer en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, para obtener el perdón y la purificación de los pecados.

El que tiene oídos, oiga lo que la Palabra de Dios dice a las Iglesias.

Por el hermano en Cristo Jesús: Giuseppe Piredda

Traducido por Enrico Maria Palumbo

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¿Tu espíritu se enardece viéndolos?


Idolos

Lucas dice: «Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría» (Hechos 17:16). Y esto debido a que Pablo era un hombre santo y temeroso de Dios y por lo tanto aborrecía los ídolos y la idolatría, y de hecho él desaprobaba públicamente los ídolos y exhortaba a los idólatras para que se arrepintiesen y se convirtiesen, a sabiendas de incurrir por eso en la persecución de los idólatras. Pero él de ninguna cosa hizo caso, ni estimó preciosa su vida para sí mismo, para placer y obedecer a Dios.

Después de tantos siglos, aquí en Italia estamos viendo esto: que las ciudades y los países están llenos de ídolos, pero hay pocos Cristianos a los cuales se enardece el espíritu viendolos. Incluso hay pastores que ni siquiera le hacen caso y los llaman «arte» y por lo tanto no exhortan a los idólatras para que se arrepientan y se conviertan de los ídolos, y una vez convertidos para destruírlos de inmediato. Las estatuas y las imágenes de la Iglesia Católica Romana, de hecho, es como si no existieran en este país para ellos. Nunca se les oyes desaprobar estos ídolos llamándolos por su nombre, y nunca se les escucha decir que aquellos que sirven y adoran a estos ídolos van al infierno. En otras palabras, escuchándolos hablar, es como si la Iglesia Católica Romana no existiera y no constituyera una herramienta poderosa en manos del diablo para conducir a las almas a la perdición, también por sus llamadas estatuas e imágenes sagradas. ¿Y por qué sucede esto? Debido a que estos pastores tienen miedo, miedo de los hombres en lugar de Dios, no aman la verdad y por lo tanto no están dispuestos a defenderla y ser perseguidos por ella.

Ya es la hora para reprobar, así como los ídolos de la Iglesia Católica Romana y la idolatría que fomenta, también el silencio culpable de todos estos llamados pastores, que para no descontentar a los Católicos Romanos y no incurrir en sus malas palabras y su persecución, guardan silencio.

Hermano, alza tu voz alta y clara contra los ídolos y la idolatría de la Iglesia Católica Romana, no te quedes en silencio, de lo contrario serás culpable ante Dios. Advierte a los Católicos Romanos (y no sólo ellos, sino también todos los demás idólatras que pertenecen a otras religiones idolátricas) que si no se convierten de los ídolos a Dios irán al fuego eterno. Implórales que se arrepientan de sus obras muertas y crean en el Señor Jesucristo, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

Habla y no calles.

Quien tiene oídos para oír, oiga

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

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Idólatras, están provocando la ira de Dios


Idolatras IdolatriaEn la Escritura hay muchos versículos que inequívocamente dicen que también los idólatras provocan la ira de Dios, esto significa que lo hacen enojar y entonces Su ira está sobre ellos. Éstos son algunos:

«Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová» (Jueces 2:11-12).

«Ve y di a Jeroboam: Así dijo Jehová Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel, y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, sino que hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas; por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada. El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho…. Jehová sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Eufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová» (1 Reyes 14:7-11,15).

«Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel» (1 Reyes 16:33).

«Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá; por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará» (2 Reyes 22:16-17).

«Porque Jehová de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal» (Jeremías 11:17).

«Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomará. Y vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, y la pondrán a fuego y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira. Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia, por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los varones de Judá y los moradores de Jerusalén» (Jeremías 32​​:26-32).

Así que no importa quién y qué los ídolos (estatuas e imágenes) representen (María, Buda, o la diosa Kali,…), los que les construyen, y les sirven postrándose ante ellas y adorandoles u ofreciendoles perfumes u otras cosas, se atraen la ira de Dios, como está escrito que «la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad» (Romanos 1:18).

Idólatras, les ruego, por tanto, de parte de Dios, para que se arrepientan y conviertan de los ídolos mudos, que siguen y sirven, al Dios vivo y verdadero y crean en su Hijo Jesucristo que murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, de lo contrario, la ira de Dios estará sobre ustedes, continuarán parados bajo la condenación de Dios, y cuando morirán descenderán en el fuego del hades, porque esta es la parte reservada a los idólatras cuando mueren, y luego, en el día del juicio cuando resucitarán, serán juzgados y condenados por Dios y echados en otro lugar de tormento llamado el lago de fuego y azufre, donde serán atormentados para siempre.

Les he advertido.

Quien tiene oídos para oír, oiga.

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

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Catolicos Romanos, conviértanse de los ídolos al Dios vivo y verdadero …


vatican_1594625cOh varones y mujeres, que se han hecho imágenes y esculturas de todo tipo, y van a postrarse ante tales cosas suplicandoles para ayudarles, para sacarles afuera de los problemas en los que se encuentran, y en los cuales confían para su salvación, yo les predico que se conviertan de estas vanidades al Dios vivo y verdadero que hizo el cielo y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, para servirle y esperar a su Hijo de los cielos.

Hasta ahora, han adorado a estas llamadas sagradas imágenes y esculturas que tales no son, ya que son ídolos que son abominación a Dios y que un día Dios destruirá en el furor de su ira, junto con aquellos que los adoran y los aman. Sí, Dios odia esas cosas que tanto aman y respetan porque hacen que ustedes se alejen de Su adoración en espíritu y verdad, y porque de esta manera ustedes se han puesto para servir y adorar a la criatura en lugar del Creador mismo, que es bendito por siempre. Y por estas razones no pueden heredar el reino de Dios. Merecen descender en las llamas del hades cuando mueran; De hecho, este es el destino de los idólatras.

Esas cosas que ustedes adoran no pueden ayudarles de ninguna manera, repito, de ninguna manera; porque son vanidad, obra de manos. La Sagrada Escritura dice: «Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta» (Salmos 115:5-7), y también: «ni para hacer bien tienen poder» (Jeremías 10:5). El diablo, que es el enemigo de Dios y el cual engaña al mundo entero, les ha hecho creer en vez que tienen poder para socorrerles. Sus ojos han sido cegados por este ser maligno que peca desde el principio y es el padre de la mentira.

Ahora, por lo tanto, abandonen sus ídolos, y dirijan su corazón al Dios que creó todas las cosas por su sabiduría, y que les apoya con su poder infinito. Arrepiéntanse de haberse dado a la idolatría que Dios odia y por la que merecen ser condenados a la infamia eterna, y abandonen sus ídolos, y crean con todo su corazón en Jesucristo, el Hijo del Dios vivo y verdadero y así obtendrán el perdón de los pecados. Está escrito, de hecho, que «De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre» (Hechos 10:43).

Dios envió a su Hijo al mundo, y específicamente en el país de los Judíos, hace unos dos mil años. Él vivió una vida sin mancha, sin pecado, haciendo el bien, sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él, pero para que se cumplieran las palabras antes pronunciadas por Dios a través de Sus antiguos profetas sugún las cuales Él tuvo que morir por nuestros pecados, Él fue odiado por sus compatriotas, fue condenado a muerte por el Sanedrín que era el tribunal judío de la época, y entregado a los Romanos para que lo matasen. Y así sucedió que Jesucristo, el Justo, fue crucificado. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos al tercer día, y se presentó vivo a sus discípulos con muchas pruebas indubitables; esto fue para nuestra justificación. Y por lo tanto ahora, en virtud de su muerte y resurrección, todo el que crea en Él está totalmente perdonado por Dios purificado de todos los pecados. Esta es la Buena Nueva del Reino de Dios y es capaz de salvarles del pecado y de la condenación eterna si es aceptada por fe. Si en vez la rechazan ella les juzgará en el último día cuando comparecerán ante Dios para ser juzgados por Él.

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Traducido por Enrico Maria Palumbo

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Contra el culto a María


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Los Católicos Romanos, que se llaman a sí mismos Cristianos, han convertido a María, la madre de Jesús – una de nuestras hermanas que después de acabar la carrera fue salvada por el Señor en Su reino celestial donde está descansando de sus labores – en «Corredentora», «Mediadora», «Refugio de los pecadores»,»Reina del Cielo»,»Nuestra Señora», por mencionar sólo algunos de los muchos títulos que le son conferidos, y le adoran al ofrecerle oraciones y cantos y encomendando su alma a ella, y postrándose ante estatuas e imágenes que le representan que han puesto un poco en todas partes.

Sin embargo, está escrito: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3), y también: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20:4-6).

Los Católicos Romanos son por tanto idólatras en el camino que lleva a la perdición y con ellos no hay comunión y no hay acuerdo porque nosotros somos luz en el Señor mientras ellos son tinieblas (2 Corintios 6:14-18), entonces hay que predicarles de arrepentirse y creer en el Evangelio (Marcos 1:15), diciéndoles que se conviertan de sus ídolos mudos a Dios (Hechos 14:15), de lo contrario, cuando morirán, descenderán a las llamas del hades porque es allá que van los idólatras (1 Corintios 6:9-10). Y luego animarlos a salir de la Iglesia Católica Romana (2 Corintios 6:17-18).

Tengan cuidado, el culto a María y a los santos que están en el cielo es un culto condenado por Dios, y los que participan en eso provocan Dios a celos y lo hacen enojar (Deuteronomio 32:16). Ellos, de hecho, adoran y sirven a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre (Romanos 1:25).

«AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y A ÉL SOLO SERVIRÁS» (Lucas 4:8).

Quien tiene oídos para oír, oiga

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Traducido por Enrico Maria Palumbo

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La invocación de los santos es del diablo


devoto-statua-pioLa Iglesia Católica Romana enseña que los Cristianos deben orar a los santos que están en el cielo (en la lista de los santos compiladas por la Iglesia papal, sin embargo, hay muchos que no están en el cielo, porque eran pecadores que fueron canonizados santos por los Papas) debido a que interceden por ellos ante Dios, de hecho, el Concilio de Trento decretó lo siguiente: «El santo sínodo manda a todos los obispos y los que tienen el deber y la tarea de la enseñanza, que (…) en primer lugar instruyan diligentemente los fieles sobre la intercesión de los santos, su invocación (…) enseñando que los santos, reinando con Cristo, ofrecen a Dios sus oraciones por los hombres; que es bueno y útil invocarlos con suplicas y recurrir a sus oraciones, su poder y su ayuda, para adquirir beneficios de Dios, a través de su hijo Jesucristo nuestro Señor… » (Concilio de Trento, Sesión XXV). Y esto es lo que hacen los sacerdotes, de hecho, enseñan a los católicos: «Oremos para que intercedan por nosotros».

Esta es una enseñanza falsa porque la Escritura nos manda a orar a Dios Padre, y esto lo tenemos que hacer en el nombre de Jesucristo, es decir, confiando en su mediación porque Él es el único mediador entre Dios y nosotros, como está escrito: «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre..» (1 Timoteo 2:5), y: «Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» (Juan 14:13), y también: «De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido» (Juan 16:23-24), y otra vez: «…para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé» (Juan 15:16). Por lo tanto, es contrario a la sana doctrina, tanto orar a los santos que están en el cielo, como orar a Dios apoyandose en su mediación.

A la luz de esto, es imposible tener comunión con los Católicos Romanos, porque mientras nos dirigimos al Dios vivo y verdadero en el nombre de Aquel que murió, resucitó y vive para siempre, ellos se dirigen a los muertos, de los cuales la Escritura dice que no saben nada (Eclesiastés 9:5) y por lo tanto no pueden ver, ni oír, y por tanto lo que los Católicos Romanos hacen es pecado. Pero más allá de este, ellos cometen otro pecado que es postrarse ante las estatuas y las imágenes que representan a estos hombres y mujeres que ellos invocan y sirven, porque Dios dice: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20:4-6).

Por otra parte, los Católicos Romanos, llamando los santos que están en el cielo intercesores poderosos y eficaces, en realidad disminuyen y hacen pasar por irrelevante la mediación que Jesucristo hace a la derecha del Padre en favor de sus discípulos en la tierra.

Los Católicos Romanos entonces son idólatras, que andan en tinieblas. Y nosotros tenemos el deber no sólo de reprobar su culto a los santos, sino también para amonestarles y exhortarles para que se arrepientan y se conviertan y crean en el Señor Jesucristo, para que sean salvados y salgan de la Iglesia Católica Romana que con sus herejías de perdición conduce las almas en las llamas del hades.

Quien tiene oídos para oír, oiga

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

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La Cena del Señor no es la repetición del sacrificio de Cristo


pope-francis-massEl Catecismo de la Iglesia Católica Romana dice acerca de la Eucaristía (que se llama la Cena del Señor en la Iglesia papista) que «el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio: ‘La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque vuelve a presentar (hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y porque aplica su fruto: Cristo ‘nuestro Señor y Dios, […] fue ofrecido a Dios Padre una sola vez al morir en el altar de la cruz por hacer una redención eterna: como, sin embargo, su sacerdocio no debía extinguirse con la muerte (Hebreos 7,24.27), en la última cena «en la noche que fue entregado» (1 Corintios 11:23) […] [quiso] dejar a la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible (como la naturaleza humana demanda) por el cual fuese significado el sacrificio sangriento que habría ofrecido una vez para siempre en la cruz, prolongando su memoria hasta el fin del mundo, y aplicando su eficacia salvadora a la remisión de nuestros pecados de cada día’. De hecho, se trata de una sóla y misma víctima y el mismo Jesús la ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, Él que entonces se ofreció a sí mismo en la cruz: sólo es diverso el modo de ofrecerse». «Y puesto que en este divino sacrificio, que se realiza en la Misa, se contiene y se inmola de manera incruenta el mismo Cristo, que ‘ofreció a sí mismo una sóla vez de manera cruenta’ en el altar de la cruz, […] este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio». http://www.vatican.va/archive/catechism_it/p2s2c1a3_it.htm#V El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia).

Así la Eucaristía (o la misa) – para los Católicos Romanos – es la repetición del sacrificio de Cristo. Pero esto es falso, porque Cristo se ofreció a sí mismo una vez para siempre porque la Escritura dice: «Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (Hebreos 10:10), y también que entró «en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (Hebreos 9:24-26). La misa que el sacerdote hace es por lo tanto un acto de presunción y una abominación a Dios que engaña a los que creen en él, porque el sacerdote pretende con la misa renovar el sacrificio de Cristo, pero la Escritura enseña que Cristo Jesús en la plenitud de los tiempos ofreció a sí mismo por nuestros pecados una vez para siempre.

Por supuesto, el clero romano admite que el sacrificio de la misa es un sacrificio incruento en el que Cristo no derrama su sangre, pero esto no justifica en absoluto la misa. La Escritura, de hecho, condena esta enseñanza.

¿Es un sacrificio incruento sin el derramamiento de sangre? Para nosotros no es ni un sacrificio y ni siquiera incruento; sino sólo un rito que es una abominación para Dios. Pero, ya que los teólogos papistas hablan de esta manera sobre la misa y dicen al mismo tiempo que se ofrece para aplacar a Dios y darle satisfacción por nuestros pecados, y dado que la Escritura dice que «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (Hebreos 9:22), les preguntamos: ‘¿Pero no se dan cuenta que se contradicen por ustedes mismos? Ustedes dicen que «en el sacrificio de la Misa, Jesús aplaca para nosotros el Eterno Padre, ofreciéndose a sí mismo, de manera que después del pecado no nos castigue como habríamos merecido (…) y ofrece a satisfacción por nuestros pecados», y al mismo tiempo dicen que la misa es un sacrificio sin derramamiento de sangre, por tanto sin el poder de perdonar sus pecados! Y entonces, de nuevo: ‘¿Pero cómo pueden ustedes decir que su misa es el sacrificio de Cristo y luego al mismo tiempo decir que no hay derramamiento de sangre cuando la Escritura enseña que cuando Jesús se ofreció a sí mismo a Dios hubo el derramamiento de su sangre? ¿Pero es o no es un sacrificio? ¡Cuántas contradicciones se pueden ver en las palabras de los teólogos papistas incluso cuando hablan de la misa!

Lo que vemos, pues, al leer lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica Romana acerca de la Cena del Señor es que, una vez más, ha adulterado y pervertido la Palabra de Dios, porque mientras la Escritura dice que «todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:26), por lo tanto, por la Cena del Señor se proclama el sacrificio expiatorio de Cristo ya que por ella se proclama su muerte, la Iglesia papista enseña que uno durante la cena instituida por Cristo participa en la repetición del sacrificio expiatorio de Cristo!!

Es suficiente, pues, sólo este aspecto de la Eucaristía – porque podríamos hablar de otras cosas malignas y perversas que la Iglesia Católica Romana enseña acerca de la Cena del Señor – para entender que no es la verdadera Cena del Señor que Jesucristo estableció.

Por último, aprovecho la oportunidad para reiterar a los Católicos Romanos la exhortación a arrepentirse y creer en el Evangelio, para obtener la remisión de los pecados y la vida eterna, y apartarse de la Iglesia Católica Romana.

El que tiene oídos para oír, que oiga.

Por el maestro de la Palabra de Dios: Giacinto Butindaro

Véase también: La Cena del Señor

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Las Sagradas Escrituras afirman que Jesús tenía hermanos, nacidos de su propia madre


maria-apparizioniDesdichadamente, los católicos romanos, entre las muchas falsedades que se han inventado y que enseñan, hay la de la virginidad perpetua de María. A pesar de que, ya por el mismo hecho que María dio a luz a Jesús, no se puede definir más VIRGEN, de hecho, por un examen médico no se podría después del nacimiento definir VIRGEN.

Además, hay también las Sagradas Escrituras que declaran repetidamente que Jesús tuvo hermanos, como está escrito:

«Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa» (Mateo 13:53-57).

Por lo tanto, de acuerdo con lo que leemos, Jesús no sólo tenía hermanos, sino que están escritos incluso sus nombres, e incluso tenía «HERMANAS», en plural, entonces tenían que ser por lo menos DOS.

Ahora vamos a ver también lo que han escrito los discípulos de Jesús, los apóstoles, que ciertamente sabían que Jesús tenía hermanos. He aquí lo que dice el apóstol Pablo:

«Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor» (Gálatas 1:18,19).

Pablo, por lo tanto, confirma que Jesús tenía un hermano llamado Jacobo.

Lucas también hace una clara referencia a los hermanos de Jesús:

«Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos» (Hechos 1:12-14).

Juan también habla de los hermanos de Jesús:

«Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él» (Juan 7:3-5). 

También Mateo en su Evangelio:

«Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar« (Mateo 12:47).

Por lo tanto, se demuestra que las Sagradas Escrituras, escritas en el GRIEGO original, hablan de HERMANOS DE JESÚS.

Ahora vamos a ver algunos pasajes que demuestran que la palabra «HERMANOS» tenía precisamente el sentido de HERMANOS carnales, es decir, nacidos de la madre de Jesús, porque en griego las palabras HERMANO, SOBRINO y PARENTE eran palabras existentes y no podían ser confundidas.

«SOBRINO«

«Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el SOBRINO de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle» (Colosenses 4:10).

«PARIENTES«

«Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella» (Lucas 1:58).

«Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos» (Lucas 2:44).

Se podría seguir citando otros pasajes, sin embargo, sabemos bien que oirán sólo los que TIENEN OÍDOS PARA OÍR, de acuerdo con lo que dijo Jesús:

«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 2:29).

Por el hermano en Cristo: Giuseppe Piredda

Traducido por Enrico Maria Palumbo

Véase también: «Documental que refuta los falsos mensajes de la así llamada ‘Virgen Maria'»