Pregunta:
«Paz, soy una hermana desde muchos años en la fe precisamente 13 años. Mis primeros años he seguido al Señor con todas sus reglas, mi pastor era muy rigido al igual que usted, a mi no me pesaba no cortar el pelo, no poner más los pantalones, no usar maquillaje, no ponerme pendientes, es decir, vestirme de una manera decente porque el Señor me preguntaba eso, y para mí no fue un sacrificio.
Ahora estoy en otra comunidad, por diversas razones, no estoy aquí para explicar, en esta comunidad el Señor es todo amor, pero veo que yo primero estoy retrocediendo…. cuidado no digo que no creo, sigo siempre frecuentando la comunidad .. pero he dejado atrás el hecho de vestirme bien.
Me gustaría hacerle una pregunta, le voy a decir cómo me visto ahora y le pido que me responda con sinceridad, porque quiero entender dónde me equivoco,,,,, entonces sigo a vestirsme con faldas, sin minifaldas y sin escote, pero he empezado a ponerme cremas,,,, es decir, a cuidar más mi exterior, a ponerme el esmalte de color rosa para mantener limpias las uñas, a veces me pongo algunos collares, ¿podría explicarme por qué ahora me voy a la comunidad, y raramente puedo estar en comunión, me siento como si el Señor quiera algo más de mí, pero yo no puedo entender lo que Él quiere, hermano gracias si usted lee mi desahogo, he podido decirle lo que siento yo nunca lo he dicho a nadie y le doy las gracias por haberme escuchado,,,,, que Dios le bendiga»
Respuesta:
Paz hermana …,
Hizo bien obedeciendo a su antiguo pastor, porque Dios quiere que nos hagamos de esa manera, pero usted tiene que saber que no se debe renunciar a todas las cosas que me ha mencionado porque se las pide el pastor o porque también otras hermanas se visten así, sino hay que hacerlo porque es el Señor que lo pide a sus hijos, es Dios que quiere que nos comportemos de esta manera y que vistamos de una manera determinada.
Por supuesto, como es posible que ya haya experimentado, los que quieren santificarse y también quieren tener su «cuerpo» en santidad y honor, serán perseguidos, primero por los hermanos y hermanas, y luego por el mundo.
Por lo tanto, una mujer cristiana que decide vivir de una manera santa como Le agrada a Dios, debe ser fuerte y debe saber que deberá resistir a todos los ataques que le serán lanzados, porque van a ser muy numerosos y muy fuertes. Esto se debe a que hoy en día, por desgracia, los conductores, e iglesias enteras, son corruptos y no quieren procurar la santificación, no quieren renunciar a los placeres de la vida y no quieren «distinguirse» del mundo.
Todos nosotros, cuando nos convertimos, nos sentimos una gran alegría, una gran felicidad y desde ese momento hemos sentido la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos bendice y confirma que estamos caminando de acuerdo a la voluntad de Dios.
Este sentimiento de paz y comunión con Dios puede interrumpirse cuando pecamos, y en ese caso tenemos que pedir perdón a Dios, pidiéndole que nos perdone nuestros pecados, y Jesús nos limpia de todo pecado y la paz y la alegría y la comunión con Dios vuelven dentro de nosotros (2 Corintios 7:10 «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.» / 1 Juan 2:1,2 «Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.«)
Pero a veces la tristeza comienza a entrar en el creyente, ya que se aleja lentamente de Dios, él no ora constantemente en su cuarto, no estudia la Palabra de Dios en su propia casa, entonces, no haciendo estas cosas, la fe, la caridad y la esperanza se disminuyen en el creyente, por lo tanto, la paz, la serenidad y la comunión con Dios, ya no se sienten más, dejando lugar, de hecho, a la tristeza, a la sensación de vivir una vida vacía y sin satisfacciones.
Así, creo que usted, al igual que muchos otros creyentes, muchos de ellos, al menos, no orando de todo corazón en su aposento con perseverancia, sin llorar con lágrimas sinceras, sin dar gracias a Dios de la salvación y de todo lo que se les ha dado, la fe comienza a disminuir, las palabras de la Biblia comienzan a perder su luz y guía, comienzan a sonar como palabras lejanas de su corazón y su vida, y luego si le añadimos el hecho de que en comunidad no se predica la sana doctrina, la santificación y no se exhorta a los santos para que estudien la Palabra de Dios en casa y oren constantemente en su aposento, entonces se explica por qué muchos creyentes viven en la depresión o no tan felices como Dios quiere que vivan.
Sí, porque la santificación, es decir, la renuncia a todos aquellos placeres de la vida, al vestirse de una manera conveniente y sencilla, no carnal, es la manifestación de lo que está dentro del corazón del creyente, de su espiritualidad, porque el creyente que se conduce bien, sabe que la carne siempre está lista para salir y hacer el pecado, y como Jesús dijo: «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» (Marcos 14:38)
En resumen, lo que lleva a los creyentes a no sentir más la comunión con Dios, la paz y la felicidad en Cristo, es la falta de una relación duradera, personal y profunda en sus vidas con el Señor. No son suficientes las horas pasadas en el culto, y el resultado es simplemente la tristeza en sus vidas.
Pero Dios quiere que sus hijos vivan una vida llena de paz y serenidad, alegría y en comunión con el Espíritu Santo, pero para vivir una vida así se requiere un compromiso diario con la oración y la lectura de la Palabra de Dios, porque de tal manera aceptamos que el Señor es nuestra propia guía espiritual, se tiene confianza en Él que nos enseña personalmente y luego se tiene fe en Él que nos oye cuando oramos. Si no hacemos estas cosas, mostramos que estamos siguiendo a un hombre, que es el pastor; mostramos no estar interesados en lo que Dios nos quiere decir en nuestro aposento; mostramos la superficialidad en nuestra vida espiritual, y estas cosas se empezan a ver también externamente, porque se termina viviendo como los del mundo y ya no se ve la diferencia que existe entre un santo y un pagano.
Los ministros de Dios han sido constituidos no para reemplazar la Palabra de Dios, sino para recordar a los santos los pasajes de la Biblia, así que tienen que recordar estas cosas a los santos, así como todas las demás. Son, por lo tanto, los guardianes de Israel, los centinelas del pueblo de Dios, que deben servir a la iglesia para que los santos vivan una vida feliz y serena, llena de fe y de caridad, anunciandoles también que para vivir en Cristo se habrá como consecuencia, también la persecución.
Así, hermana, el problema de los creyentes que se visten de una manera inconveniente, que se ponen las cremas, que se decoran y coloran las uñas, se debe al hecho de que su vida carnal les lleva a vivir lejos del Señor.
El problema no es tanto el hecho de que un creyente se vista o haga una cierta cosa, sino el hecho de que si la hace quiere decir que no está experimentando una profunda comunión con Dios, y esto es lo peor.
Una hermana que quiere agradar al Señor, se enreda en ciertas cosas, no les considera, no gasta su dinero en vano en ciertos productos, sabe que las cremas, el esmalte y otras cosas son cosas vanas e inútiles, y para agradar a Dios no las usa.
Con las renuncias que Dios requiere de sus hijos, un hermano o una hermana muestra su espiritualidad, como dice Santiago: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.» (Santiago 2:18)
Las obras que hacemos, la vida que vivimos, incluso en los detalles, muestran la fe que tenemos en Dios, el respeto que tenemos hacia las palabras y los mandamientos que Él nos ha dado.
De hecho, si la Palabra de Dios dice que la mujer no debe ponerse joyas y no tiene que vestirse de manera impropia y otras cosas (Véase 1 Pedro 3:3-6), y la mujer no lo hace, ignora un mandamiento de Dios y demuestra ser rebelde, por lo tanto, Dios no puede hacer que sienta Su presencia, su bendición, porque es justo y quiere que seamos santos como Él es santo.
Sin embargo, la mujer debe saber que si se viste como quiere el Señor y renuncia a muchas otras cosas, no debe hacer eso porque lo dice el pastor o él la reprende, sino debe renunciar con el corazón, porque lo ha dicho el Señor de los cielos y de la tierra, y el pastor o el hermano que lo recuerda, no hace más que citar la voluntad de Dios y no su propia voluntad.
Este último punto es muy importante porque marca la diferencia entre aquellos que andan de una manera digna del Evangelio, porque lo sienten en el corazón, y los que andan como su pastor dice, pero por dentro no entienden porque tienen que hacerlo.
Así hermana, si hace algo, no debe hacerlo porque lo digo yo, o porque lo dice el pastor, sino porque es el Señor Dios que se lo pide, y si se lo he dicho a través de la Palabra de Dios, entonces es una cosa que sin duda es agradable al Señor. Por todas las cosas que no están escritas explícitamente, hay Dios que comunica con nuestra conciencia, y si no hacemos las cosas con convicción, entonces es pecado (Romanos 14:23 «…Y todo lo que no se hace por convicción es pecado» ‘NVI’).
Hermana, usted ha entendido el problema más importante para un creyente, es decir, la importancia de que los creyentes sientan la presencia del Espíritu Santo, y lo que podemos escuchar sólo si vivimos una RELACIÓN con Dios, todos los días, tomandose el tiempo para ir a Él en la oración para presentarLe nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestros fracasos, nuestras demandas. Y sabiendo que la voluntad de Dios se nos transmite principalmente a través de las Escrituras, entonces tengo que tomar tiempo cada día para aprender lo que Dios quiere que yo sepa a través de la Biblia.
Sí, las cosas que me ha mencionado son cosas vanas, así que creo que un creyente no deba hacer uso de esmaltes, collares y otras cosas inútiles, pero tengo que decir también que no se debe hacer porque lo digo yo o el pastor, sino porque el problema se ha tratado con el Señor en la oración y con la Palabra de Dios y Él confirma su palabra y pone en el corazón la convicción de que las cosas tienen que hacerse de tal manera.
El mismo hecho de que usted ha querido hablar sinceramente de estos problemas, me hace dar cuenta de que usted es una persona sincera, que verdaderamente busca la comunión con Dios, y si usted se pondrá de rodillas ante Dios, en su aposento, derramando todo su corazón, es decir, todas sus dudas, sus sentimientos, sus amarguras, éstas desaparecerán y darán lugar a la bendición de Dios, a la comunión con Dios, la alegría y la paz profunda. Pero estas cosas no vienen solas, sino que traen consigo las persecuciones, a partir de sus hermanos y hermanas que no quieren santificarse, y habrá una dura prueba, a veces muy dura, y podrán soportar sólo los santos que hacen las cosas y se santifican porque lo sienten en sus corazones y están dirigidos por Dios, y no lo hacen porque «también los demás lo hacen.»
Vaya hermana, Jesucristo está en su aposento secreto esperando por usted, tiene en sus manos unos dones para usted, tiene la bendición y la paz en sus manos y se los quiere dar con abundancia. Él está ahí esperandole para quitar de su corazón cada tristeza peso y agitación, para arreglar todo en su casa, en el trabajo, con los vecinos, porque Él es Dios y quiere estar presente en todos sus caminos; pero usted tiene que hacer ese viaje, un viaje desde su corazón hasta el trono de la gracia, a partir de su aposento, donde nadie le molestará, estoy seguro de que usted no regresará con «manos vacías», y aunque hay pecados en su vida, Él es poderoso para limpiarla de todo pecado, porque la sangre de Jesús es lo suficientemente potente para lavarnos de toda maldad.
Si establecerá una relación de comunión constante con Dios, podrá disfrutar de grandes bendiciones; sepa, pues, que todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución (Véase 2 Timoteo 3:12).
La paz sea con usted hermana, Dios le bendiga y le guarde de todo lo malo y siempre le dé lo que su corazón desea en el Señor.
Salvado por gracia mediante la fe en Cristo Jesús: Giuseppe Piredda
Traducido por Enrico Maria Palumbo